Soy Imma Biosca y Carbonell. Tengo 52 años y soy licenciada en Historia, pero doy clases de inglés.
Hace unos 7 años mi suegra fue la persona que me habló de una tal doctora Olaru, quiropráctica y especialista en tratar la espalda. Hacía mucho tiempo que sufría estos dolores, agravados con las migrañas y las primeras crisis de vértigo. Toda yo era como un palo de acero. Apenas movía la cabeza, iba con los ojos medio cerrados y el dolor de espalda me obligaba a estar más horas estirada que de pie. En definitiva, un desastre.
Por lo tanto, después de una noche más de mal dormir, pedí una cita con la doctora Olaru.
Debo confesar que el primer día estaba aterrorizada, no sabía que era la quiropráctica, ni tampoco exactamente donde me metía. Pero nada más entrar a su consultorio vi una persona pequeña, muy amable y con una fuerza especial. A pesar de mis nervios, inseguridad, miedo … la escuché atentamente y ella también lo hizo. Notaba que me miraba, observaba mis movimientos. Estuve a punto de huir de la consulta pero afortunadamente me quedé.
Las primeras visitas fueron memorables, ella intentaba de todo, pero no había manera de poder mover ni un solo músculo de mi cuerpo. Yo sudaba muchísimo, hasta dos y tres batas empapadas. Horrible, por más que quería no me podía relajar.
Pero por fin llegó el día en que sentí los primeros clics y, a partir de entonces todo cambió. Poco a poco fui mejorando, mi cabeza y ojos recuperaron la posición normal. Los dolores de espalda mejoraban y mi vértigo también.
Cuando empecé con la doctora Olaru muy a menudo tomaba analgésicos y antiinflamatorios para los dolores de de espalda y cabeza. Todo ello era una mezcla explosiva para mi estómago.
Actualmente no tomo ningún tipo de medicación, prácticamente me han desaparecido los dolores de cabeza. De vez en cuando, tengo alguno pero son muy flojos y muchas veces se van solos, o bien con un poco de auto masaje y ejercicios de respiración que, una vez más, me enseñó mi doctora favorita.
Ahora puedo decir que hago una vida completamente normal. Evidentemente cuido mucho de mi cuerpo, sigo sus consejos y noto que me ha cambiado el estado de ánimo. Ahora tengo ganas de hacer cosas, mis relaciones familiares son mucho mejores. Antes siempre estaba de mal humor e irritable. El dolor es traidor, no se ve y la gente no te comprende. A veces, piensan, que haces comedia. Ahora, afortunadamente, todo esto ha acabado.
Ángela, espero, de todo corazón, que no te vayas nunca de Sant Cugat ya que has visto mucho mundo, y aquí se vive muy bien. Todos tus pacientes te necesitamos, yo te necesito.
Siempre te amaré, y tú lo sabes, ¿no?