Mi historia:

Si tuviese que definir el mundo de la quiropráctica, en una palabra, diría que es increíble.

Yo empecé a conocer este mundo con 21 años – hace 19 años – cuando todavía no sé sabía mucho de esta medicina en España.

A los 17 años tuve un accidente de tráfico. Sufrí un fuerte impacto en la cabeza, todavía recuerdo el dolor intenso que sentí, salí del coche y perdí el conocimiento. Al despertar, aparte del dolor de cabeza (tuvieron que coserme una brecha en la frente) sentí todo el cuerpo dolorido de cintura para arriba…

Los médicos dijeron que me había lesionado unas vértebras en el lado derecho cervical, que a la larga me daría problemas, que con los años no podría agacharme con normalidad y que, para eso, no se podía hacer nada. Estuve unas 2 semanas sin poder moverme de la cama y cuando me incorporaba me mareaba un poco. Cada mañana me levantaba angustiosa y en ocasiones me daban vértigos.

No dudé en ir a masajistas y fisios. Probé como 4 o 5 profesionales, y en uno me tiré como un año y medio y, aunque algunos días me encontraba mejor, ese malestar nunca desaparecía. El dolor bajaba un poco después del masaje, pero la inflamación volvía porque seguía teniendo las vértebras desalineadas. (Había que reposicionarlas para que esa inflamación no volviera).

Probé acupuntura, probé de todo y ya había perdido la esperanza de volver a sentirme bien si no fuera a base de medicación.

Tengo que reconocer que la primera vez que me visité en la clínica de mi quiropráctica, la Dra. Ángela Olaru, en el 2003, fui obligada por mi familia, y sin ninguna gana. Ya no quería probar nada más, me había dejado una fortuna sin ningún éxito y, desde mi ignorancia, esta medicina la veía igual que las demás sin haberla probado.

Simplemente, les puedo decir que es el mejor dinero que he invertido en mi vida. ¡Mi salud y la de mis hijas no tiene precio!

A lo largo de los últimos 19 años me diagnosticaron otro trastorno y una enfermedad crónica, sin aparente solución excepto fármacos antiinflamatorios para paliar los síntomas. Afortunadamente la quiropráctica me ha ayudado sanar de manera natural.

Reconozco que el proceso puede ser algo más largo, incluso aprendes aguantar el dolor mientras vas mejorando con los días sin tener que inflarte de antiinflamatorios. Empecé a tener otro punto de vista porque aprendí muchas cosas que ayudaron sanar mi cuerpo e incluso a conocerlo mejor.

Les puedo asegurar que hay remedio sin tener que tomar tantos antiinflamatorios o analgésicos, medicación que ayuda paliar los síntomas, pero perjudican otros órganos

Lo fundamental es que, hoy por hoy, con 38 años me encuentro muchísimo mejor que hace 19 años. Aprendí que nuestras malas posturas y la mala alimentación provocan muchos desajustes vertebrales e incluso enfermedades en nuestros cuerpos.

Aunque hoy en día haya más conocimiento en mi generación crecimos con malas costumbres. Es nuestro deber aprender para poder enseñarles a nuestros hijos para no cometan los mismos errores. ¡Y, para que crezcan los más sanos posibles y llevarlos sin dudar a la quiropráctica siempre que se pueda!

¡Es fascinante como todos nuestros nervios o conductos nerviosos, que se dirigen a nuestros músculos y órganos, pasen por la columna!

Evidentemente cuando alguna vértebra esté mal posicionada oprime esos conductos y, a largo plazo esto nos crean problemas. ¡Por eso hay que darle prioridad a la columna! Es fundamental para que toda rija bien en nuestro cuerpo.

Todo esto lo he aprendido con Ángela y a que cuando te digan siempre un no… ¡no pares de buscar el sí!

Podría escribir sobre las muchas veces en los que nos ha ayudado a mí, a mi esposo y a mis dos hijas a sanar y salir de ello sin necesidad de fármacos. A mis hijas los llevo periódicamente desde cuando nacieron. Pero tendría que escribir un pequeño libro, ja, ja, ja…

A mis familiares y amigos se lo recomiendo siempre, les pido que por favor vayan a visitarse con ella.

Y bueno, estoy segura de que hay muchos profesionales muy buenos, pero yo, no cambiaría a Ángela por nadie.

Hoy por hoy pienso que su nombre no es por casualidad.

Raquel